Desde los tres nevados, vinieron a calentar el alma en el Carnaval de la 44
Una comparsa tolimense alegra el ambiente previo al desfile del bordillo.
Un grupo de alegres pollerines se bambolea con alegría en el punto de concentración desde donde saldría en pocas horas el desfile del sábado de Carnaval de la carrera 44. Aunque los bordillos no se han terminado de llenar, este grupo de 45 personas ya baila alegre bajo el sol, el mismo que no les es un enemigo para el goce, a pesar de vivir rodeados de los tres grandes nevados de la región del Tolima Grande.
La comparsa del ritmo Sanjuanero Tolimense, bajada desde el municipio de Santa Isabel, incrustado en el parque nacional de Los Nevados, por primera vez visita a Barranquilla para demostrar que a pesar de venir de un frío piso térmico, su folclore es tan cálido como los ritmos tropicales que se disfrutan en el ambiente de la ciudad cada vez que la fuerte brisa sopla y arrastra las notas dispersas en el aire a los oídos de los carnavaleros.
“Nosotros venimos de un región con un clima diferente. Por eso que nos ves la piel tan rosadita”, dijo con gracia Yamile Sierra, de la Fundación Voces de Equidad, que a través de la Red las Mujeres Viajeras por Colombia y el mundo lograron la notoriedad para poder asistir al Carnaval de Barranquilla por primera vez.
“Hace seis meses que nos estamos preparando. Estamos muy felices y motivados, queremos demostrar nuestro folclor”, señaló Sierra.
Y es que se les nota, estas expresiones culturales ponen un punto de alegría en medio de la ebullición de espontánea de felicidad que representa la fiesta más grande de Colombia.
Estas bailarinas, acompañadas de sus parejos, encuentran en su arte la motivación para vivir. Literalmente, según explica la directora de la fundación Johana Ovalle Ávila.
“En Santa Isabel se nos venía presentando un fenómeno grande entre la juventud: el suicidio. A través de estas muestras de nuestra cultura tratamos de motivarlos para que encuentres un rumbo diferente. Ya llevamos 16 meses y los resultados han sido excelentes”, afirmó Ovalle.
Los colores vívidos del Caribe contrastan con los tonos verdes y melancólicos que los Altos del Nevado Santa Isabel, Nevado del Ruiz y Nevado del Tolima impregnan en el pueblo, donde las termales circundantes son alivio para el cuerpo.
Los bailarines han dejado en casa el avistamiento ocasional del cóndor de los Andes, por los encuentros esporádicos de las garzas y las gaviotas costeñas.
Sin duda el aire tropical fluyendo entre los pollerines será un recuerdo que los mantendrá con el fuego ardiente de la vida en su corazón, por más que los rodeen las nieves perpetuas de las montañas.